domingo, 22 de marzo de 2020

SHAKLENTON Y LA MAYOR HISTORIA DE SUPERVIVENCIA JAMÁS CONTADA




Se necesitan hombres para viaje peligroso. Salarios bajos, frío extremo, meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno ileso dudoso. Honores y reconocimiento en caso de éxito’. Este anuncio apareció en la prensa londinense en 1914 y sorprendentemente miles de exploradores acudieron a su llamada. El anunciante era el viajero Ernest Shackleton. Su objetivo: atravesar por primera vez el continente antártico.
Para ello había concebido un plan perfectamente trazado: navegarían de Londres a Buenos Aires y después al archipiélago de las Islas de Georgia del Sur. Desde allí, la expedición se internaría en el Mar de Weddell, cruzaría a pie la Antártida y saldría por el sur, al otro lado, donde les esperaría un barco. La distancia a cubrir era inmensa y el paisaje, desolado. La superficie de hielo de la Antártida, conformada por montículos y grietas capaces de engullir un trineo completo arrastrado por perros, es inhóspita. El clima registra la temperatura más baja de la Tierra, que puede descender hasta ochenta y nueve grados bajo cero.
Ernest Shack
leton, explorador de prestigio, estaba convencido de ser la persona idónea para acometer tan formidable empresa. El osado expedicionario, junto a su amigo Frank Wild, de tranquilo y sosegado carácter, con quien conformaba un perfecto tándem, seleccionó a 27 tripulantes de entre todos aquellos que acudieron a su llamada. Un tal Blackborow, que se coló como polizón, completaría el número final de los exploradores, veintiocho en total.
Enrolada la tripulación, Shackleton buscó un barco marinero que los condujese al sur. Encontró el bergantín Endurance, construido por unos famosos astilleros noruegos, que podía navegar a vapor y a vela, y que había sido diseñado especialmente para acometer un viaje polar, revestido su cascarón de maderas seleccionadas para resistir el embate de los hielos. Pero desafortunadamente, a diferencia de los modernos rompehielos, es incapaz de navegar sobre el hielo pese a su quilla, en forma de uve.
A finales de agosto de 1914, el Endurance parte de Londres bajo el mando de Frank Worsley. Shackleton permanece en Inglaterra recaudando fondos y se une a su tripulación en Buenos Aires. El 5 de diciembre parten de la estación ballenera de Grytviken, con destino a la Antártida, llevando vestimenta extra y un talante circunspecto tras recibir negativas previsiones climatológicas

El desastre ocurre el 19 de agosto de 1915, cuando el hielo se cierra como un anillo alrededor del Endurance en la zona del mar de Weddell. Los 28 pasajeros abandonan el barco antes de que se hunda y ‘el Jefe’, auténtico líder en ciernes, toma el mando. Shackleton crea una suerte de campamento donde logra que su tripulación sobreviva durante seis meses. 
Haciendo uso de sus dotes de liderazgo, el explorador, acreedor del apelativo de ‘el Jefe’ establece las directrices que mantendrán con vida a su tripulación. A sus órdenes logran sobrevivir sacrificando a los perros que conducían los trineos y cazando focas. Consciente de que la expedición se halla condenada al fracaso, cambia el rumbo para dirigirse a la isla Elefante, donde se quedan 22 tripulantes. Los otros seis, a las órdenes de ‘el Jefe’, logran llegar a Georgia del Sur en busca de ayuda. Un año después, el mes de agosto de 1916, un remolcador chileno rescataría a los otros 22, presas ya de la desesperación en la isla Elefante. Todos regresarán a Inglaterra sanos y salvos. Hoy sigue siendo referencia a la hora de estudiar las dotes de liderazgo en todos los, ámbitos de la vida..


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