Eran tiempos distintos. Los paises veían el alpinismo como una forma de exhibición de fuerza ante el mundo, los gobiernos financiaban las expediciones a las grandes cimas del planeta. Entonces, Alemania comenzó su asedio al Nanga Parbat a principios de los años treinta, después de tentar al Kangchenjunga hasta en dos ocasiones, para terminar decidiendo que se trataba de un objetivo demasiado peligroso. En el Nanga sin embargo sería todo obstinación, tozudez y sacrificio fanático. Al acabar la década se habían perdido 31 vidas en cinco expediciones alemanas a la montaña, sin ni si quiera acercarse a la cima.
Tuvieron que esperar hasta 1953 para lograrlo. El primer ascenso lo consiguieron por la cara Rakhiot en una expedición que terminaría por convertirse en leyenda, ya que el austriaco Hermman Buhl protagonizó una escapada en solitario de casi 1500 metros de 40 horas de duración, que le llevaría a ser la única persona que a coronado la cima virgen de un 8000 en solitario.
Por si pudiera quedar alguna duda de que la montaña les pertenecía, los alemanes volvieron al Nanga una y otra vez durante las dos décadas siguientes. Estaban decididos a ser los primeros en doblegar cada una de sus caras. Herrligkoffer, obsesionado con esta montaña, organizaría en total ocho expediciones. En 1962, otra vez bajo su mando, tres alpinistas alcanzaron la cumbre escalando por la vertiente Diamir. La vía que utlizaron, la Kinshofer, discurre por un espolón en el lado izquierdo de la pared, a resguardo de las constantes avalanchas que barren el centro de la Diamir. Hoy es considerada la vía normal del Nanga. Después de aquello ya sólo quedaba una pared por conquistar en el Nanga, la Rupal, que con un desarrollo vertical de 4.600 metros es la mayor pared de la Tierra. A mediados de los años sesenta, aquel era un reto de otra época.
Fuente: escalando. eu
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opina, que todavía es gratis