miércoles, 4 de octubre de 2017

EIGER CARA NORTE, ÉPICA Y TRAGEDIA

El Eiger
El Eiger (Ogro en alemán) no es la montaña más alta de los Alpes, ni siquiera llega a los 4.000 metros de altura, pero el ascenso a su cima ha sido una de las aventuras más dramáticas y épicas del siglo XX. Aún día el ascenso por su cara norte, es muy peligrosa y es sumamente respetada por los temerarios que osan escalarla.
La historia de esta legendaria cima de 3.970 metros sobre el nivel del mar empezó en agosto de 1858  cuando se coronó por primera vez la cima por su cara oeste, desde entonces y debido a la fiebre sobretodo de turistas ingleses por los Alpes, se fueron consiguiendo otros hitos, pero no sería hasta bien entrado el siglo XX que se consiguió por primera vez.

El Eiger
¿Quién es el Eiger? El Eiger está en la parte noreste de los Alpes Berneses en la región Jungfrau-Aletsch-Bietschhorn, Patrimonio de la Humanidad desde el año 2001. Esta región se caracteriza por sus cimas por encima de los 4.000 metros como la Jungfrau 4.158 metros  o el Finsteraarhorn con sus 4.270 metros en medio de clásicos paisajes alpinos, dónde nada construido por el hombre puede rivalizar con la sobrecogedora belleza de la naturaleza. El Eiger es una mole granítica de más de 1.500 metros de pendiente vertical. Es conocida como la Nordwand (cara norte en alemán) o por Eigernordwand (pared norte del Eiger). También se le conoce como Mordwand (pared asesina) en un claro juego de palabras con Nordwand teniendo entre sus  víctimas al menos a 66 personas desde el año 1935. Actualmente y con los avances técnicos en escalada de los últimos tiempos, el mayor peligro se centra en los continuos desprendimientos de rocas, con lo que muchos escaladores optan por intentar la ascensión en invierno cuando la pared está endurecida por el hielo y por tanto no hay desprendimientos.
La primera gran visión del Eiger la tenemos desde la estación Kleine Scheidegg en la línea de la Jungfraujoch. En esta zona de inmensa belleza y de hoteles exclusivos se puede observar con telescopios a los escaladores intentar escalar la famosa cara norte de la mole. La línea de tren continua hasta la estación de Jungfraujoch a 3.454 metros sobre el nivel del mar (la más alta de Europa) pero antes un túnel pasa por las entrañas del Eiger, desembocando en una parada intermedia: la estación Eigernordwand a 2.866 metros de altura. La primera sensación al salir de los vagones es de intenso frío aún en verano, mientras nos dirigimos a los inmensos ventanales que hay para admirar la impresionante caida vertical de la norte del Eiger. Además en esta estación hay una apertura desde la cual se han llevado a cabo rescate de escaladores sorprendidos por las condiciones adversas de esta legendaria cima.
Kleine Scheidegg
Kleine Scheidegg
El inicio de una obsesión: El turismo tal y como lo conocemos hoy día nació en Suiza debido a la fiebre que hubo en el Reino Unido en el siglo XIX al descubrir los maravillos paisajes alpinos. En poco tiempo fueron construyéndose lujosos hoteles para acoger a sus distinguidos y ricos clientes. Y comenzó la fiebre por escalar todas las cimas de los Alpes suizos. Al Eiger le llegó el turno el 11 de agosto de 1858 y el primero en coronar su cima por la vertiente oeste fue un irlandés, Charles Barrington acompañado por dos guías locales. Hasta bien entrado el siglo XX se fueron consiguiendo otros hitos relacionados con el Eiger, pero la cara norte seguía inalcanzable para la humanidad.
El primer drama: Una vez superados la mayoría de los retos que ofrecía el Eiger quedaba enfrentarse al temido ascenso por su pared vertical en la cara norte. Todo empezó con la apertura de la ruta Lauper en 1932. Y a partir de aquí se iniciaron las hostilidades para ver quién era el primero en coronar el Eiger por su vertiente más peligrosa.
El primer intento lo acometen en 1934 Willy Beck y los hermano Kurt y Georg Löwinger que llegarán a los 2.900 metros antes de tener que volver por la apertura de la estación Eigernordwand.
En plena época de fanfarria nazi, el régimen se quiere atribuir los éxitos de los escaladores alemanes para poder así proclamar la supremacía de la raza aria y ya en 1935 dos jóvenes bávaros:  Karl Mehringer y Max Sedlmeyer se lanzaron a la conquista de la norte. Tuvieron que esperar varios días para ascenser debido a unas condiciones meteorológicas especialmente adversas. Cuando el tiempo mejoró empezaron a escalar. El primer día alcanzaron sin mayores complicaciones los 2.900 metros a la altura de la estación de tren dónde durmieron la primera noche.

Sedlmeyer y Mehringer
Sedlmeyer y Mehringer
Los siguientes dos días se caracterizaron porque apenas pudieron ganar unos metros de altura. La noche del tercer día empezó la leyenda negra del Eiger, ya que estalló una tormenta de nieve. Los escaladores comenzaron a tener síntomas de congelación y empezó una lucha contrarreloj por su propia supervivencia. En los pocos momentos que el tiempo aclaraba, los curiosos y los medios de comunicación podían ver en directo y cómodamente desde Kleine Scheidegg mediante telescopios los heroicos movimientos de los alpinistas. El tiempo tardó unos días en mejorar. Para entonces ya no se podía hacer nada por los dos jovenes alemanes que fueron encontrados muertos a 3.300 metros de altura en lo que se llamó el vivac de la muerte.

Observando las evoluciones de Sedlmeyer y Mehringer
Observando las evoluciones de Sedlmeyer y Mehringer
La muerte de los escaladores alemanes en 1935 suscitó aún más si cabe la atención del mundo en esta montaña suiza y en este contexto al año siguiente el 18 de julio los alemanes Tony Kurz y Andy Hinterstoisser de Berchstesgaden y los austriacos Angerer y Rainer iniciaría su tentativa por escalar la pared asesina.

  El Eiger continuaba inaccesible para el hombre tras la tragedia de Mehringer y Sedlmeyer en 1935, pero el hombre es aventurero, terco o quizás soberbio y es por ello que a pricipios de julio dos excelentes escaladores austriacos de la Escuela de Viena, Angerer y Rainer atacan la pared norte y tratan de superar los obstáculos de sus malogrados predecesores. Las dificultades meteorológicas de esos días les obligaron a vivaquear por debajo del muro rojo (Rote Fluh). Ante la imposibilidad de seguir avanzando, descendieron a su campamento en Kleine Scheidegg el 7 de julio de 1936. Su intención era esperar a que el tiempo mejorase y volver a acometer el ascenso. A pesar del primer intento fallido respondieron con humor a las preguntas de la prensa sobre las condiciones climatológicas adversas. "No, no, el vivac no fue tan espantoso. ¡Si sólo nos mojamos un poquito!
Croquis de la cara norte del Eiger
Croquis de la cara norte del Eiger
Si te perdiste la primera parte clica aquí 
Mientrastanto llegan al campamento dos bávaros de 23 años: Andreas Hintertoisser Toni Kurz en medio de una gran expectación de la prensa europea por ver quién es el primero en escalar la norte del Eiger y de la rivalidad de las naciones europeas por proclamar a su particular héroe.
Así el 18 de julio de 1936 y con el tiempo despejado los dos bávaros y los dos austriacos inician la escalada en cordadas separadas para unirse en una sola cordada de cuatro debajo del Muro rojo, dónde vivaquearon los austriacos a principios de julio.
La primera empresa seria en la que se ven inmersos los 4 escaladores es conseguir llegar al primer nevero, cosa que consiguen gracias a Hintertoisser, que con la técnica del péndulo consigue salvar un trecho de pared horizontal lisa e inescalable. Una vez han pasado los cuatro, retiran la cuerda ya que no consideran necesario mantener ese paso para la vuelta.
Toni Kurz
Toni Kurz
La multitud que se congrega con sus prismáticos y telescopios en la terraza del hotel Bellevue contemplan con asombro como suben los cuatro con una rapidez nunca vista hasta entonces. Mientras Kurz e Hintertoisser ascienden veloces hacia el segundo nevero por encima del muro rojo, Rainer y Angerer parece que tienen dificultades y han ralentizado su marcha. Seguramente una piedra de los numerosos desprendimientos que hay en la pared alcanzó en la cabeza a Angerer hiriéndole.
Andreas Hintertoisser
Andreas Hintertoisser
Ante este problema los escaladores alemanes tiran una cuerda a los austriacos para que suban y vivaquean en un pequeño nido de roca por encima del muro rojo. El alba del 19 de julio trae pocas novedades. Los cuatro siguen ascendiendo por el segundo nevero a un ritmo menor que el día anterior pero con paso firme y seguro a pesar de la herida de Angerer. Por la tarde deciden hacer vivac justo por debajo del vivac de la muerte dónde perecieron Mehringer y Sedlmeyer.
El lunes 20 de julio a las 7h se preparan para continuar ascendiendo hacia la cima. La noche ha tenido que ser dura, a más de 3.000 metros de altura, con temperaturas bajo cero y en un espacio en que apenas cabían los cuatro. A eso hay que añadir las condiciones precarias de Angerer. De nuevo Kurz e Hintertoisser toman la delantera y avanzan los primeros, pero los espectadores que se apiñan abajo ya ven que sus dos compañeros austriacos no les pueden seguir. También contemplan como los bávaros dan media vuelta y deciden volver para rescatar a sus compañeros de cordada. Decidieron renunciar a su sueño de coronar la norte del Eiger por rescatar a unos colegas.
Escena de la película
Escena de la película
El descenso por el segundo nevero es muy rápido, pero pierden mucha velocidad al pasar por el resalte de roca camino al primer nevero. Vuelven a verse obligados a vivaquear por tercera vez. Las fuerzas empiezan a escasear, más si tenemos en cuentan que cargan con un herido con cada vez menos movilidad.
Edi Rainer y Willy Angerer
Edi Rainer y Willy Angerer
El cuarto día, martes 21 de julio lo inician con las ganas y la fe de llegar abajo sanos y salvos. La lucha contra la cara norte ya no es por se los primeros en escalarla, ni por la aventura, el éxito o la fama, sinó por la supervivencia, por poder llegar a casa y abrazar a sus seres queridos. Ante ellos más de 900 metros de caida vertical, pero sólo queda atravesar el primer nevero, la fisura difícil y la travesía Hintertoisser. El ansia de vivir les hace superar el primer nevero muy rápido, pero la gente abajo, sólo ve a tres hombres. Bancos de niebla empiezan a aparecer y estalla una de las temidas tormentas de la norte del Eiger. El zumbido de los continuos desprendimientos de roca es aterrador, el siniestro sonido de los aludes de nieve que barren continuamente la pared hacen temer lo peor a los espectadores. El infierno se ha desatado allá arriba pero el ansia de vivir de estos hombres es más fuerte y en un breve momento que el cielo vuelve a dar una tregua, la gente grita de alegría cuando ve a los cuatro hombres aún vivos, aunque Angerer parece derrotado y carente de fuerzas.
Toni Kurz en acción
Toni Kurz en acción
Llega el momento clave para la supervivencia de los cuatro hombres: la travesía Hintertoisser que a la ida tan magistralmente salvase el gran Andreas. Ahora tiene que volver a poner el clavo, pero la pared ya no está como antes ni él mismo tiene la fortaleza del principio. Sus mermadas fuerzas y el hielo que cubre la roca hacen imposible sus esfuerzos por establecer el camino de vuelta. Lo intenta tercamente pero la cara norte del Eiger ya ha dictado sentencia.
Está a punto de comenzar la heroica resistencia de Toni Kurz, en lo que se considera una de las mayores epopeyas del montañismo.
Pocas historias me han impactado tanto como la lucha contra la muerte de Toni Kurz en la cara norte del Eiger. La carga de heroísmo, dignidad, resistencia, valentía y tenacidad quizás sólo  comparable a la de Leónidas y sus 300 espartanos, aunque esta historia sucedió hace decenas de siglos y la que nos ocupa en este artículo ocurrió el siglo pasado con lo que resulta más cercana y estremecedora.
Cara Norte del Eiger
Cara Norte del Eiger
En el anterior capítulo, vimos como el paso por la travesía Hintertoisser era imposible. La funesta decisión de retirar la cuerda a la ida y el mal estado de la roca hizo imposible su paso por ahí y eso que los cuatro escaladores lo intentaron cuando aún era de día.
Vista la imposibilidad de continuar por la travesía, los espectadores que estaban abajo contemplaron con horror con sus prismáticos como, en una decisión de pura desesperación, empezaron a bajar por el resalte, de unos sobrecogedores 200 metros de profundidad.
Según Kurz, cuando escuchó a Von Allmen, el guardavía del Jungfrau le comunicó la tragedia de la cordada. Hintertoisser cayó hasta el pie de la pared, Rainerer fue arrastrado por una cuerda hasta el mosquetón y debió morir congelado y Angerer colgaba bajo Kurz ahorcado por su propia cuerda.
Así 3 guías de montaña de Wengen avisados por Von Allmen fueron al rescate de Toni, contradiciendo las propias instrucciones del cuerpo de no estar obligados a socorrer a los cada vez más osados y temerarios que pretendían escalar la cara Norte del Eiger, ya que entendían que estos sabían muy bien a qué se exponían al tratar de ascender por la temida pared.
Actores que interpretan a Kurz e Hintertoisser
Actores que interpretan a Kurz e Hintertoisser
Al final, las órdenes escritas son papel de borrajas cuando lo que está en juego es la vida de un ser humano, y los bravos guías de montaña no estaban dispuestos a abandonar a su suerte a un hermano de montaña.
La línea Jungfrau puso a disposición de los guías su tren cremallera que los dejó en la estación intermedia de Eigerglestscher, dónde salieron al infierno de roca, nieve y hielo a través del boquete que hay dispuesto.
Consiguieron avanzar, a pesar de las duras condiciones climatológicas, hasta 100 metros por debajo de Toni Kurz, que en esos momentos colgaba de un anillo de cuerda. Toni les informó que tenían que llegar desde arriba ya que los 100  metros que les separaban estaban ocupados por el vacío. Pero el estado de la pared, el tiempo y la hora, pues estaba anocheciendo, conviertieron la empresa en imposible.
La temida cara norte del Eiger
La temida cara norte del Eiger
Ante los gritos de desesperación del bravo escalador, le prometieron que volverían cuando naciera el nuevo día. Acongojados y abrumados, los guías imploraron a Toni que resistiera una noche.
No hace falta tener mucha imaginación para saber la tortura que pasó esa noche, colgado de un anillo de cuerda bajo la oscuridad, la tormenta, el intenso frío, el desprendimiento de piedras, la extenuación y el miedo a morir.
Durante esas terribles horas, témpanos de hielo de más de 20 centímetros le colgaban de las púas de los crampones, la mano izquierda se le congeló dejándola totalmente inutilizada, pero Kurz aguantaba.
Cuando al alba volvieron los guías de montaña, a los cuales se unió un nuevo miembro, comprobaron que la llama de la vida de Kurz no se había extinguido. Este hombre estaba dispuesto a desafiar las leyes de la naturaleza y a superar los límites de la resistencia física.
Pero pronto vieron que la empresa iba a ser muy complicada ya que comprobaron con horror como las rocas seguían heladas y hacían imposible su paso por ahí, incluso para estos expertos montañeros.
Toni-Kurz
Toni-Kurz
Aún así consiguieron avanzar a unos escasos 40 metros de Toni aunque no lo podían ver a causa que el desplome se abombaba mucho sobre el vacío. Necesitaban otra cuerda para que Kurz salvara esa distancia, pero no sabían cómo hacérsela llegar. Lo intentaron con cohetes, pero no sirvió de nada. Le preguntaron si tenía un cordino (cuerda auxiliar de menor diámetro que una normal) pero Kurz respondió negativamente.
La única solución posible era hacer que cayera el cuerpo inerte de Angerer y aprovechar su cuerda para continuar bajando. Pero para hacer eso se requería de un esfuerzo sobrehumano y más, teniendo en cuenta las condiciones físicas de Kurz, su mano congelada y totalmente inútil, pero los guías oyeron como durante una eternidad Kurz manejaba el piolet con su única mano sana y consiguió cortar la cuerda por arriba, aunque Angerer no cayó al haberse quedado congelado y pegado a la roca.
Después de este acto de valor y resistencia consiguió 8 metros de cuerda es un estado lamentable, rígida por el hielo. Durante 5 extenuantes horas se dedicó a destrenzarla con su única mano disponible y los dientes, un trabajo que en condiciones ideales es muy complicado. Durante ese tiempo se produjo un terrible alud que pasó cerca de los guías y durante el cual vieron pasar el cuerpo de Angerer. La espera fue angustiosa, pero Kurz y su tenaz determinación consiguieron lo imposible y bajó el cordel.
Escena de la película
Escena de la película
Los guías, exultantes ataron a él cuerdas, clavos, mosquetones y martillo, y Kurz consiguió izarlos y preparar el anillo de cuerda. Poco a poco iba descendiendo, al límite de sus fuerzas cada vez se debía sentir más cerca de la salvación. Los guías vieron aparecer sus piernas bajo el desplome, pero entonces el nudo que unía las cuerdas chocó con el mosquetón. Era demasiado grande y no pasaba por el mismo. Los rescatadores le imploraron un último esfuerzo más, Toni se quejó, estaba al límite, pero se inclinó e intentó deshacerlo con sus dientes, pero su torturado cuerpo ya no respondía, sus fuerzas se había agotado y estaba cada vez más próximo a la muerte.
Los guías, desesperados, siguieron gritándole, instándole a que sólo quedaba un nudo y que hiciera un esfuerzo más y podría dormir caliente y recuperarse, pero a Kurz sólo le quedaron fuerzas para decir " No puedo más" , una frase dramáticamente simple pero que resume la titánica lucha de este alpinista. Colgado en el vacío y a escasos metros de los escaladores murió el escalador bávaro, dejando conmocionados a los guías de montaña, que estando tan cerca, no pudieron hacer nada más para ayudarle.
Kurz no se rindió nunca, llevó su lucha hasta la extenuación y exploró los límites de la resistencia humana, y la tenacidad por seguir viviendo, cuando lo más fácil era dejarse llevar y morir. Los guías quedaron muy afectados y alguno de ellos declaró ser el día más triste de su vida.
Cartel promocional North Face
Cartel promocional North Face
La cara Norte del Eiger se había llevado por delante a cuatro bravos y experimentados escaladores, pero esto no iba a echar atrás a otros escaladores y alpinistas en su afán por ser los primeros en escalar la pared asesina.

Fuente: Vacaciones por Europa

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