viernes, 12 de agosto de 2016

Sentirse libre (Subida al Veleta Plus Ultra)


Esta vez la crónica corresponde a Javier Hernández Sansalvador, padre de la criatura, un honor salir en el mítico blog de los Croquetas, sabor a tiempos del foro del atleta. 

Sentirse libre (Subida al Veleta Plus Ultra)


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Hace unos años, no muchos, no había redes sociales y a los que nos gustaban estas experiencias deportivas estábamos ya en contacto por medio de los foros. Yo entraba habitualmente en el foro EL ATLETA y muchos de los que estábamos ahí conectados ahora somos ya viejos conocidos, hemos hecho muchos kilómetros juntos. Pero una quedada veraniega propuesta por Mark Woolley me haría descubrir otra faceta del deporte que hasta ese momento no me había planteado. Quedamos en Motril un buen grupo de aficionados y subimos desde la playa hasta el Mulhacén, aquello me costó lo suyo, pero me abrió la mente hacia otra manera de disfrutar del deporte. En aquella ocasión desconocía el camino, los senderos, no había estado en el Mulhacén nunca, fue todo nuevo y excitante.
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Aquella subida se repitió otro año, aquella vez con el aliciente de dormir al raso en el Hoyo del Portillo y disfrutar de temperaturas gélidas en pleno mes de junio. Y se me ocurrió… ¿porqué dar la vuelta sobre nuestros pasos?¿porqué no continuar hasta Granada pasando por el Veleta?13912547_10207387230343703_4750583271390856798_nEl silencio del Sierra Nevada me encanta, me ha marcado, y no me deja de sorprender cada vez que subo por allí. Esa sensación de soledad en la altura y su posterior encuentro de nuevo con la otra parte es lo que buscaba, es como hacer un viaje en el que atraviesas un gran desierto.
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Quedamos hace dos años para hacerlo, éramos tres: Paco Contreras, Pedro j. Dominguez y un servidor. Mark Woolley y Nicolás Kierdelewicz salieron desde el Hoyo de la Mora a nuestro encuentro en el Mulhacén, nos acompañarían hasta sus coches de vuelta y nos darían apoyo hasta Granada, ya que no hay agua ni sitios para avituallarse.
La experiencia no salió bien, hubo una suma de desdichas: elegimos mal la hora de salida ya que no tuvimos en cuenta que nos podría coger la noche en la montaña, cosa que ocurrió; nos falló el alojamiento para descansar la noche previa y tuvimos que dormir en la furgo de Pedro, mi cuerpo no respondió bien al no haber podido descansar bien pues tuve guardia nocturna el día anterior, extraviamos durante horas las llaves del coche que habíamos dejado en el Hoyo del Portillo para poder coger la ropa para la montaña y por último el frío nocturno. Yo llegué hasta el coche y Pedro junto a Paco llegaron hasta el Hoyo de la Mora en compañía de Mark y Nico.
IMG_3215Con esa primera experiencia y sin querer involucrar a mucha gente para no ponerlos en compromiso le propuse a Pedro al año repetir el intento, pero esta vez sumando a la Subida al Veleta nuestro deseo de llegar a la playa, es decir al contrario. Facilitaba mucho la logística el que tuviéramos cubiertos los primeros 50 kilómetros y la mochila nos estaría esperando en la meta del Veleta. El único trozo que teníamos que reforzar en avituallamiento esa Órgiva-Motril, cosa que hice dejando agua escondida en unos puntos.
Para Pedro era su primera Subida, para mí la octava, y tuvo la mala fortuna de hacerse daño en un tobillo, a eso se le sumaba que había inestabilidad en el tiempo ya que había amenaza de tormenta eléctrica. Descartamos de nuevo hacerlo y lo volvimos a aplazar.
IMG_3221Y llegó el 2016, en el que estaba convencido que nos saldría. Convocamos a Manuel Tenllado, pero a última hora no pudo venir, razones familiares. Pedro y yo de nuevo nos apuntamos a la Subida y nos propusimos ir juntos hasta el Veleta, en la carrera, por el camino nos juntamos con Álvaro Pumwooky al cual procuramos distraer un poco en su primera Subida para que pudiera llegar a la meta sin pensarlo mucho, y por supuesto con Óscar Sáez que disfrutó de la Subida tanto o más de lo que le había aconsejado.IMG_3226
Al llegar al Veleta, a la meta, con un tiempo discreto (fuimos muy reservones) cogimos nuestras mochilas, yo me cambié incluso de zapatilas, y nos acercamos al punto geodésico del Veleta, era nuestro primer objetivo.
Luego nos encaminamos hacia el Mulhacén donde llegamos tres horas más tarde, en ese camino no podíamos correr, no teníamos muchas fuerzas. Pedro conocía pasos que hicieron más ameno el recorrido aunque la subida desde La Caldera se hizo eterna…
Esta vez pudimos disfrutar del Mulhacén para nosotros solos, eran las 6 de la tarde y por unos instantes éramos los individuos situados a mayor altura en toda la Península Ibérica. Desde allí la visibilidad no era tan buena como otras veces pero las vistas impresionan, es alucinante poder ver desde el mismo sitio Guadix y la Bahía de Algeciras, como si estuviéramos sobre un mapa de la zona.IMG_3230Nuestro siguiente objetivo era estar en Capileira antes de que cayera la noche, allí podríamos tomar algo en un bar y luego afrontar el trozo mas asfaltero. En el Hoyo del Portillo me cambié de nuevo las zapatillas y me dí cuenta de que me había hecho daño en un dedo, nada grave, pero molestaba. De nuevo Pedro me enseñó el sendero que lleva hasta Capileira, las veces que yo había subido lo había hecho por el carril y haciendo mas kilómetros, y es que en las anteriores quedadas me quedé atrás y nadie me había explicado bien que se podía ir fuera del carril.
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Cumpliendo nuestras previsiones llegamos a Capileira justo cuando la oscuridad se imponía con su presencia, nos sentamos en un bar y nos metimos en el cuerpo un bocadillo de alta calidad, sabíamos que los 55km que quedaban eran todo de asfalto y teníamos que estar repuestos.13975508_10207387228983669_2288734405973662357_oEl tramo Capileira-Órgiva, unos 20km, se hizo relativamente rápido, pero el sueño empezaba a pegarme golpecitos en las gafas. Es mi gran enemigo, o puedo dominarlo, Pedro no lo notaba afectado y me daba charla amena y agradable para que no cayera en la morriña. Llegamos en unas dos horas y poco.
IMG_3246Atravesamos Órgiva en completa soledad, nadie nos esperaba, paramos en una máquina dispensadora de Coca-Cola para poder aprovechar su cafeína pero no la notaba. A la salida del pueblo hacia Vélez de Benaudalla el reloj de Pedro marcó 101km, bonita cifra.
Empezamos el tramo que temía, son 35km solitarios y en plan sube y baja. Yo tenía un bajón importante y Pedro me animaba constantemente. Tras tomar otro refresco de Cola que había escondido decidí que debíamos separarnos. Pedro debía estar en Marbella a las 11, tenía compromisos y esa esclavitud horaria empezó a agobiarme por lo que le propuse que tirara, cosa que hizo y la verdad que me vino bien, nos vino bien.
Ya estando sólo me liberé de la presión de llegar a una hora y me dediqué a trotar/andar tal como me dejaba mi somnolencia, no iba del todo mal, no había otra opción, AJO&AGUA, ya llegaré. Recibí una llamada de Pedro para consultarme una duda en un cruce y pude saber por donde iba, la verdad es que no paró de correr y eso hizo que me sacara más de una hora. Cuando yo me acercaba a la N340 Pedro me saludó desde su coche, se iba a su casa. Yo me dirigí hacia la playa desviándome hacia la derecha, buscaba las playas de Salobreña, donde llegué exactamente a las 7:15 de la mañana tras 24 horas justas desde cuando salimos de Granada.
IMG_3255No llegué mal, estaba mas dormido que cansado y es que Morfeo es mi gran enemigo, siempre lo ha sido. Adormilado me repetía en la cabeza: “lo hemos conseguido y que bien lo hemos pasado”.
Y encima me sentí siempre seguro de ir acompañado por una persona de la categoría de este ubriqueño afincado en Marbella: hombre prudente, fuerte y gran conversador, de una categoría humana enorme y con unos valores muy similares a los míos con el cual fue realmente agradable pasar el día, y con el que seguro compartiré muchos mas kilómetros pues es mi gran complemento en estas cosas.
Puede resultar complicado para el que no participa en este mundo entender mis sentimientos, una vez mi amigo Iván lo comparó a la sensación que se tiene al ver a una persona que baila con cascos, el que no escucha la música difícilmente lo puede entender, pero Pedro y yo nos sentíamos RICOS, no porque hubiera aumentado nuestra riqueza económica sino porque habíamos acumulado otra experiencia, habíamos atravesado Sierra Nevada Norte-Sur (más o menos), habíamos escuchado su silencio, habíamos compartido la tarde con cabras autóctonas, habíamos sentido el sol achicharrando nuestra piel, habíamos visto el brillo de las micas, habíamos reído, habíamos liberado tensiones, nos habíamos sentido libres

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